lunes, 19 de octubre de 2009

La comunicación con tu hijo

En ocasiones actuamos con algunas personas, un poco como somos, otro poco como queremos ser. Esto forma parte de la comunicación especial.
En realidad pasa en muchos casos. Cuando los padres pierden la dirección de lo que llamamos COMUNICACIÓN entre padres e hijos, se llega a distorcionar lo que queremos expresar, no existe mensaje-receptor, sino todo lo contrario orden -acato y castigo. Es aqui donde empieza la mala comunicación entre los integrantes de la familia. A continuación algunas recomendaciones:
  • Gritos y/o volumen alto de voz. Además de ser humillante para cualquier niño (llámese especial o regular), enseñamos a los demás (maestros, cuidadores, familiares) a dirigirse a ellos de esa forma. La mejor manera de hacer que la gente respete a nuestros hijos es empezando por nosotros mismos. También hablarle siempre al niño de esta forma lo condiciona a que si no se le reprime, no responderá. Lo aconsejable es hablarle en voz baja y pausada. Tono amoroso en forma constante. Es recomendable hablarle siempre a nuestros hijos con mucho amor y reforzar todo lo bueno que hagan, pero para que ellos lo perciban así, debemos diferenciarles nuestro tono para instrucciones regulares (siéntate a comer, duérmete, dámelo, acompáñame, etc.). Existen niños que como los papás siempre le hablan en tono muy dulce para todo, en la escuela la maestra da una orden al niño y éste llora porque la maestra le "habló feo". Además, es difícil reforzar socialmente a esos niños, pues los tonos de aprobación y emoción son indistinguibles para él. Lo correcto es utilizar un tono neutro para la vida cotidiana y de esa manera, el niño percibirá aún mejor los momentos en que recibe cariño y amor, ya que la diferencia estará marcada. Obvios, mensajes incompletos. De por sí nuestros niños tienen un problema de comunicación y nosotros mismos nos convertimos en un obstáculo mas para ellos. Cuando nos dirijamos con ellos, nuestros mensajes deben ser claros y comprensibles sin dejar nada por dicho. Es preferible invertirle en un par de palabras demás que distorsionar el mensaje por falta de las mismas. La palabra NO. Por lo general, coartamos a los niños diciéndoles que es lo que no queremos que hagan en lugar de darles opciones enseñándoles la forma correcta. Peor aún, frecuentemente solo decimos "no" y el niño se confunde mas (puede pensar "¿no qué?"). Al niño que come con las manos, en lugar de decirle que no coma con las manos, es preferible decirle que utilice los cubiertos. Además, el utilizar esta forma de lenguaje propositivo abre la vida diaria a una amplia gama de posibilidades de aprendizaje y es mas posible que el niño esté de mejor humor o predisposición. Escaso lenguaje corporal. Nuestro cuerpo entero sirve para comunicar y facilitar la comprensión a quien nos dirijimos. El brindar apoyo al principio de instrucciones o situaciones nuevas hace que el niño aprenda mucho mas rápido (por ejemplo, le decimos "pásame la leche" apuntando con la mano). Lenguaje corporal excesivo. Por el contrario del punto anterior, si siempre brindamos apoyo visual para todo, nunca damos al niño la oportunidad de aprender las cosas por simple voz. Un niño funcional es aquel que comprende sin necesidad de escenificarle lo que deseamos comunicar. Los apoyos se dan solo al principio de conocimientos nuevo y luego se desvaneces (se van quitando) paulatinamente. Pobre refuerzo social. Lo que provoca reacción en el niño para que logremos su atención o nos obedezca no es tanto la gesticulación y tono que apliquemos para aceptación, tono neutro y desaprobación sino la diferencia que exista entre las mismas. Falta de firmeza. La firmeza está en la acción, no en la voz. Si al niño le pedimos algo muchas veces antes de que nos paremos y lo hagamos a hacer aquello que le hemos ordenado, lo estamos acostumbrando a hacer caso omiso esperando que se nos olvide. Al pedir algo, el niño debe obedecer siempre a la primera sin dar segundas oportunidades. Esto se debe aplicar cuando menos al principio. Distorsión de los mensajes. Cuando nos dirijamos al niño (y a cualquier persona) nuestros mensajes deben ser claros, concisos, fáciles de comprender. Con esto no me refiero a que nos convirtamos en personas de pocas palabras pero cuando menos debemos procurar que la parte importante sea al principio. Por citar un ejemplo, qué diferente es decir "¡cómo te quiero!, siéntate a cenar, mi niño lindo y precioso" que decir "siéntate a cenar, mi niño lindo y precioso, ¡cómo te quiero!". Aunque ambas expresiones son complejas, de perdido la segunda es un poco mas fácil de comprender. Las palabras dulces echan raices, florecen y te bendicen.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Este archivo en interesante,te cuento un poquito soy mamá de dos niños,y tengo muchos problemas en casa, mas el trabajo, estoy estresada y lo primero que hago si mis niños no me hacen caso grito, o los amenaso, antes de que terminen de darme la explicación...y siempre termino con con la correa en la mano y noto que mi niño mayor que es especial se pone muy nervioso y se comporta agresivo conmigo y con su hermanita. gracias por este archivo voy a tratar de ponerlo en practica.

Anónimo dijo...

Hola, CETAL, te cuento que me pasa muchas veces con mis hijos y creo que es por el estres que tenemos o la poca capacidad para controlarnos y definir bien que es lo que queremos trasmitir a nuestros pequeños, para que ellos lo comprendan bien. Me pasa muy a menudo. Muy interesante. gracias.